Joel Meyerowitz. Girl on a scooter, 1965. |
"Conocí a Cartier-Bresson por primera vez en 1963, cuando yo recién empezaba, en el desfile de St. Patrick's Day. Vi a un hombre yendo de un lado a otro, meneándose, girando, bailando; el tipo era increíble. Le dije a Tony Ray Jones, "Me parece que ese de ahí es Cartier-Bresson". Ya habíamos visto su libro, El momento decisivo. Esa fue una de mis grandes introducciones a la fotografía. Pensamos que éste debía ser el hombre que hizo esas fotografías. Yo fui elegido para acercarme y hablarle. Yo tenía barba y pelo largo y vestía un poncho. Fuí y le dije, "Disculpe, es usted Henri Cartier-Bresson?" Él dijo, "No! no! no! No soy Cartier-Bresson -sos policía?" Yo dije, "No, no, perdón; yo solo estoy tratando de sacar fotos. Nosotros (y ahí estaban parados Horowitz y Ray Jones, de repente muy interesados en los detalles de la arquitectura brownstone) - nosotros pensamos que quizás usted era Cartier-Bresson porque estaba haciendo cosas que nunca vimos hacer a nadie". Él me agarró del poncho y dijo, "Soy Cartier-Bresson. Encuéntreme acá cuando esto termine y le invito un café". Corrí a una cabina telefónica, llamé a Vivian, y le dije, "ACABO DE CONOCER A CARTIER-BRESSON!" Estaba temblando; estaba temblando! No podía creer que tuvieramos la suerte de conocer al maestro en esa situación. Nosotros lo vimos. Permanecimos juntos y vimos a un borracho asomarse entre la multitud y tratar de manotear la cámara de Bresson. Él lanzó su cámara hacia la cara del hombre, pero la cámara estaba atada a su muñeca. El hombre cayó hacia atrás sobre la multitud sin ser golpeado. Bresson atrajo la cámara hacia él como un yo-yo, giró -su sobretodo hizo un giro de ballet alrededor de su cuerpo- y allá partió cual Groucho Marx hacia otra parte. Para el momento en que el borracho logró pararse, Bresson se había esfumado. Era invisible. Nos quedamos ahí parados, y todo lo que vimos fue que la cámara estaba atada a su muñeca. Nos pusimos la correa de nuestras cámaras alrededor de la muñeca y practicamos el gesto del yo-yo de manera de poder recuperarla sin golpearnos en la cara a nosotros mismos. Te podías noquear, romper la lente o algo. Efectivamente, nos encontramos un par de horas más tarde, y él nos invitó un café. En el medio de Nueva York, hizo la típica cosa que siempre escuchás sobre él. Íbamos caminando por la altura de la 86th y 3rd Avenue, y mientras caminábamos, de repente, desapareció Bresson! Ahí estaba el hombre, subiendo a las corridas un tramo de escaleras, sacando una foto, corriendo de nuevo y reuniéndose con nosotros sin alterarse. Entonces nos llevó a un café; tomamos un espresso y charlamos, y estuvo buenísimo. Años más tarde volví a encontrarme con él, y se acordaba de aquella tarde. Digo, no podía creer que un hombre con un millón de tardes, habiendo conocido fotógrafos por todo el mundo, se acordara de nosotros tres y esa tarde especial."
Joel Meyerowitz en conversación con Bruce MacDonald, publicado en el libro/catálogo Cape Light, 1977. Traducción de Albano García.
Joel Meyerowitz. New York City, 1975. |