El original de la fotografía conocida como "el beso", que ha ido dando la vuelta al mundo desde 1950, se encontraba en poder de Francoise Bornet, su protagonista femenina.
Uno de los originales de "El beso" (1950), la célebre fotografía de Robert Doisneau (1912-1994), que muestra a una pareja besándose en una calle de París, se adjudicó este lunes en 155.000 euros.
La pieza -de 18 x 24,6 centímetros-, salió a subasta con una estimación inicial de entre 15 y 20.000 euros. Y, aunque sus organizadores de la subasta desplegaron una campaña internacional de difusión, nunca pensaron que su valor subiría tanto. Sobre todo considerando que la mayor cotización alcanzada hasta la fecha por una fotografía de Doisneau es de 14.000 euros.
El comprador de "El beso" es un coleccionista suizo, cuya identidad prefirió reservarse y que pujó por teléfono durante la subasta, asesorado por un experto. La propietaria del original de Doisneau era hasta la fecha su protagonista femenina, Francoise Bornet, quien hoy tiene 75 años y que llegó acompañada de su esposo, a quien conoció en 1960, diez años después de aquel famoso beso.
La fotografía, que dio la vuelta al mundo, se convirtió en un romántico símbolo del amor y de la vida cotidiana en la capital francesa a mediados de los años ´80. Y en 1992 batió todos los récords de ventas, con la comercialización de más de 400.000 copias sobre diferentes soportes. Pero en realidad, se trataba de una foto trucada.
Francoise Bornet estudiaba arte dramático en los Cursos Simon, al igual que su novio, Jacques Carteaud, cuando Doisneau buscaba material para cumplir con un encargo de la revista estadounidense America´s Life, interesada en un reportaje sobre los enamorados de París.
El artista, que los haría anónimamente famosos, los descubrió en un café parisiense donde ambos aceptaron servirle de modelo, dándose un beso apasionado en la calle. Aunque el romance no duró más de unos meses, Francoise Bornet conservó la fotografía con el sello de Doisneau en la parte posterior, que éste les envió a cada uno pocos días después.
Ambos guardaron también el secreto del fotógrafo, pues pensaban que Doisneau prefería dejar creer al mundo que la fotografía había sido tomada a unos paseantes desconocidos, en un momento muy especial de sus existencias.
Francoise Bornet cambió, no obstante, de opinión, cuando en 1992 comenzaron a surgir candidatos reclamando el cobro de derechos de autor, asegurando que eran los protagonistas de la escena.
El fotógrafo y sus verdaderos modelos revelaron entonces la realidad trucada de aquel beso que todo el mundo creía captado por un feliz azar entre los ires y venires de la calle, desde la terraza de un "bistrot" parisino.
Fuente: El Semanal Digital.
Acá lo podemos ver a Doisneau con su Rolleiflex. Él era un grandote tímido, por eso le encantaba el visor de cintura de la Rollei, ya que quedaba mirando para abajo, escondido como un avestruz, sin necesidad de mirar a la cara a sus sujetos fotografiados.
Personalmente, la única cámara analógica funcional que conservo es mi Rolleiflex 3.5E, con un glorioso Schneider Xenotar 75mm 3.5. Con ella saqué algunas de mis mejores fotos, con ampliaciones impecables de 50x50cm. Es un verdadero placer de usar, y para mí es uno de los grandes diseños industriales del siglo XX.
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